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¿Quién controla las prisiones de Latinoamérica? ¿El hampa o los guardias?

El ejército de Ecuador fue enviado a recuperar el control de las prisiones el mes pasado, luego de que dos cabecillas importantes se fugaron y bandas criminales organizaron con rapidez una serie de disturbios que paralizaron el país.

La semana pasada, dos reclusos en Brasil con conexiones a una pandilla importante se convirtieron en los primeros en escapar de una de las cinco prisiones de máxima seguridad del país, según las autoridades.

Las autoridades en Colombia declararon una emergencia carcelaria después de que dos guardias fueron asesinados y varios más han sido blanco de lo que el gobierno calificó de represalias por su mano dura contra las principales organizaciones delictivas.

Al interior de las prisiones de toda Latinoamérica, grupos criminales ejercen una autoridad irrestricta sobre los presos, a quienes brindan protección o artículos básicos, como comida, a cambio de dinero.

Las prisiones también sirven como una suerte de refugio seguro para los líderes criminales encarcelados para que puedan dirigir a distancia y desde la reclusión sus grupos delictivos y ordenan asesinatos, organizan contrabando de drogas a Estados Unidos y Europa y coordinan secuestros y extorsiones a negocios locales.

A menudo, cuando las autoridades intentan restringir el poder que los grupos delincuenciales ejercen tras las rejas, sus líderes mandan a sus secuaces en el exterior de las prisiones a contraatacar.

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